Jacques Maritain en la prensa de Córdoba

 JACQUES MARITAIN O LA VOCACIÓN

                Hoy llega a Córdoba uno de los auténticos embajadores del pensamiento universal, en torno a cuya figura se aglutina la inquietud de un grupo de seres, atormentados por una honda preocupación vital. Acompaña a Jacques Maritain el alto prestigio de una ardiente vocación mantenida en lo íntimo de su ser a través de mil vicisitudes espirituales y el bagaje de una obra pura puesta al servicio de una verdad a través de una vida extraordinaria.

            Porque Maritain significa para el pensamiento filosófico contemporáneo, treinta años de plena dedicación al estudio de la escolástica y de las ciencias, a cuyo largo ha ido construyendo, lenta pero sistemáticamente, su edificio filosófico sobre las  bases del pensamiento tomistas en los cuales ha impreso el sello vigoroso de su personalidad.

            Sus discípulos forman legión en el mundo. Sus obras son materialmente absorbidas por grupos diseminados en todo el orbe, aunque sólo se recojan de su cosecha los átomos vitales y se olvide la posición humana del maestro. Discípulo de León Bloy y del P. Clerissac, Maritain es a la vez maestro de toda una generación que forma la pléyade de sus inspirados.

            Con Psichari y después con la que es hoy su esposa, Mme. Raïssa Maritain, y con Charles Peguy, Maritain formaba un haz apretado del cual surgiría la luz de la buena nueva.

            El ilustre pensador, contrariamente a lo que muchos creen, tiene hoy 54 años, habiendo nacido en París, en plena efervescencia liberal.

            Su desazón filosófica, compartida con Psichari desde últimos del siglo, en el liceo primero y en la Sorbona después, le llevaron a plantearse los interrogantes cuyas respuestas hallaría en su propio tormento interior, más allá de los programas oficiales de enseñanza, por encima de sus profesores en una balística filosófica superior.

            Su encuentro con Bergson, le produjo el primer choque y le hizo arder el espíritu de una llamarada vigorosa.

            Había que buscar la verdad de su tormento, por encima de la pobreza de la ciencia. Le ayudarían en su empresa, su auténtica vocación y el bagaje intelectual recogido a través de un camino regado por su ansiedad. Así llegó por la senda del escepticismo, al cabrilleo de la metafísica. Había abandonado los caminos que reputaba falsos.

            Después entrevió en el catolicismo, por señalamientos hechos por León Bloy, el camino de su redescubrimiento y en 1906, Maritain y su esposa eran bautizados en el rito católico.

            De entonces data la orientación precisa de su trayectoria filosófica. Aporta con su obra, preñada de afán humano y de preocupación ultraterrena, un fulgor renovado al estudio de Santo Tomás de Aquino. Como afirma en “Sources”, le caracteriza “una inspiración tan profunda, y tan pura, que puede multiplicarse, permaneciendo ella misma y llevar la vida a campos de misterio separados los unos de los otros por largas distancias”.

            Así munido, aplica Maritain sus principios al resolver numerosos problemas de actualidad filosófica.

            Resultaría largo enunciar la obra de Maritain, algunas de las cuales han aparecido en las librerías de nuestra ciudad, despertando la atención de unos pocos. “Esprit” y su movimiento, le han contado entre sus iniciadores y constantes animadores. Mencionaremos sin embargo algunos de sus libros: “Primacía de lo espiritual”; “Religión y cultura”; “Carta sobre la independencia”, análisis sagaces de las cuestiones políticas y culturales contemporáneas; “Arte y Escolástica”; “Fronteras de la poesía”; “Ciencia y sagacidad” aparecida este año; “Reflexiones sobre la inteligencia y grados del saber” consagrados al misterio de su conocimiento; “Antimoderno”; “Siete lecciones sobre el ser”, etc.

            Maritain es profesor de filosofía del tercer curso del Instituto Católico de París, a cargo de cuya cátedra ha dejado mientras dura su viaje, a uno de sus más jóvenes y aventajados discípulos.

 

*  La Voz del Interior,  1º de octubre de 1936


Fuente: Diario “Los Principios”, 2 de octubre de 1936

Fuente: Diario “Córdoba”, 1º de octubre de 1936